El conceptismo es un estilo literario característico del Barroco nacido en España en el siglo XVI. El escritor conceptista procura hacer gala de su agudeza e ingenio, utilizando distintos recursos formales como la elipsis (supresión de algún término de la oración que se sobrentiende por el contexto), la polisemia (palabra que contiene varios significados y que puede dar lugar a expresiones con dobles sentidos), la antítesis (contraposición de una frase o de una palabra a otra de significado contrario), el equívoco (expresión que puede entenderse según varios significados o sentidos), la paradoja (empleo de expresiones o frases que envuelven contradicción), la paranomasia (colocación en la frase de dos vocablos próximos semejantes en el sonido pero diferentes en el significado) y la dilogía (uso de una palabra con dos significados distintos dentro del mismo enunciado), intentado expresar el mayor número de ideas y conceptos en el menor número de palabras posible utilizando prioritariamente la prosa, aunque también la poesía.
El conceptismo tiene su origen remoto en la poesía cortesana del siglo XV y en obras pedantescas del mester de clerecía aunque se dice que fue iniciado por Alonso de Ledesma Buitrago, autor del libro Conceptos espirituales, obra que da nombre a este estilo literario. El conceptismo nace para dar un sentido utilitario a la poesía y reflejar en esta un carácter moral, político o didáctico.
A parte de Francisco de Quevedo, Baltasar Gracián fue uno de los principales impulsores del conceptismo.
En 1642, Baltasar Gracián publica en Madrid un tratado con el título de Arte de ingenio, tratado de la agudeza; más tarde, en 1648, en Huesca, publica una segunda versión, que es una reedición ampliada de la anterior a la cual se agregó material teórico y nuevos textos para ejemplificarlo a la cual se llamó Agudeza y arte de ingenio, un tratado de retórica barroca donde Baltasar Gracián analiza las figuras literarias dominantes en su época.
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